Señora mamá:
La veo muy preocupada por su hijo y quisiera verla feliz. A ver si puedo ayudarla al menos contándole mi experiencia.
No creo que los tartamudos tengamos una relación diferente al resto de las personas con respecto a nuestra mamá; pero lo cierto es que, dejando el mundo de las generalizaciones, cada ser humano es único y, por ende, cada uno de nosotros tiene una relación particular con su madre.
Voy por ello brevemente a contarle que, cuando niño, mamá Silvia se sentía culpable de mi tartamudez. Yo le narraba alguna escena escolar en la cual me había sentido mal o angustiado y ella me abrazaba y lloraba junto conmigo. Siempre me turbó esta situación, siempre me costó entender el por qué de este llanto materno; pero lo cierto es que no me desagradaba que así suceda, más bien lo contrario; me gustaban sus abrazos, sus besos y, dado que en situaciones felices me avergonzaba y me turbaba mucho más reconocer y aceptar sin sonrojarme besos y abrazos, poco a poco esto se convirtió en una forma de lograrlos sin ruborizarme.
Quizás por ello, ante cualquier problema escolar o peleas con mis amigos de infancia, quiero decir problemas de niño, por ende grandes problemas (yo creo - al revés de como se suele pensar - que los niños tienen mayores problemas que los adultos, sin ir más lejos no pueden valerse por sí solos hasta cierta edad, lo cual ya es un serio problema), yo había advertido que culpar a la tartamudez era un buen anzuelo para lograr el cariño y los besos y la absoluta atención de mamá para conmigo. Ampararme en la enorme desgracia de mi tartamudez, que mejor situación para abrazar a esa bella mujer que era mamá sin tener el menor de los temores. Cualquier humillación, cualquier derrota en los juegos infantiles, cualquier situación en la que yo advertía que superaban o anulaban mis fuerzas era inmediatamente pegada a mi tartamudez y revelaba mi amargura cegando todo lo demás.
"De niños - ante determinadas circunstancias – nos suele ser bastante sencillo engañar a los padres". En ese sentido mamá siempre me fue funcional, ella se sentía culpable, "yo te he hecho así hijo mío, perdóname" me repetía mientras se limpiaba algunas lágrimas con un pañuelo y mojaba mi carita de niño con otras aún más amargas y verdaderas.
Con el tiempo mamá Silvia fue ocupando lugares que me correspondían a mí y, para utilizar una metáfora, podría decirles que mamá era la encargada de decir lo que yo no podía por mis propios medios. Quedé entonces pegado a mamá, a esa mujer hermosa y todopoderosa; y ello no mejoró ni empeoró mi tartamudez, pero complicó otras cuestiones, sobre todo a medida que fui creciendo , y en el ámbito laboral, universitario o de recreación, yo buscaba un trato preferencial y distintivo por micondición de tartamudo y no lo lograba. Esa "pegatina" me trajo a la larga muchas confusiones y muchas amargas lamentaciones, más amargas aún que la propia tartamudez.
La paradoja de mi tartamudez fue que por muchos años preferí ocultarla en aquellos lugares que no estaba mamá, pero al mismo tiempo busqué un trato preferencial por dicho padecimiento, y no siempre ello es posible, ni siquiera sé si es aconsejable.
Señora Mamá, ojalá su hijo se cure. Sepa que usted no tiene responsabilidad de lo que a él le sucede, pero sepa que sí tiene la responsabilidad de ayudarlo a mejorar. Si los tratamientos son o no son efectivos no es culpa suya, indudablemente usted está haciendo lo mejor. Sea feliz señora, es lo mejor que puede hacer por él. Nada como recordar padres felices, esa es la mejor herencia que le puede dejar.
Feguasoma
Hace 14 años
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