lunes, 27 de septiembre de 2010

Pedro Rodriguez

Compañer@s:

Alto ... altísimo ... de rostro bondadoso y mirada cálida ... Es un hombre simple ... ameno ... que habla con pasión y humildad.

Me lleno el alma ... me dió alegría ... Fuerzas para seguir adelante en este camino de la aceptación.

Ahora guardo imágenes que con el tiempo serán como pedacitos de sueños gastados que cobijarán instantaneas de mi vida ... Pedro explicándome la importancia de reconocerse tartamudo sin vueltas y sin renuncios ... Ni disfemia ni persona que tartamudea ... Pedro es un TARTAMUDO con todas las letras.

La charla fue creciendo ... hablando de mi ciudad ... mezclando aconteceres de Caracas y Buenos Aires ... con algunas reflexiones sobre tartamudez ... Era la primera vez que lo veía y parecía que lo conocía desde siempre ... La tartamudez sucede - dijo Pedro - y la frase me gustó porque si sucede - sin nuestro consentimiento - no tiene razón tratar de evitarla o esconderla.

Las imágenes del encuentro van y vuelven ... y me siento reconfortado y feliz ... En el camino hacia mi casa ... aún navego nuestras palabras rotas ... Y entonces imagino a su hijo orgulloso porque Pedro hablaba en público ... La emoción del niño ... aclarando a sus amigos que su padre había sido convocado porque era TARTAMUDO ... ¡Otra vez Pedro tartamudo con todas las letras! ... y el orgullo de su hijo ... Nuestra risa y la de su mujer acarician la tarde ... Alegría ... Conversar con Pedro es navegar hacia la dignidad de nuestra condición.

Escribo esto en caliente y de un tirón para que no se me piante la emoción ... Siento que conocí un compañero más ... Qué tiene la virtud de escucharte paciente y con una amplia sonrisa ... y entonces te dan ganas de sonreir y abrazarlo.

Pedro y un abrazo fuerte que yo le debía hace mucho ... La sorpresa de recibir su libro ... su dedicatoria en las primeras páginas que aún leo y no creo que sea verdad ... Y entonces me refriego los ojos y me río ... y estoy feliz y digo laputamadre ... ¿Cómo carajo iba a imaginar yo que tanta emoción y alegría podría traerme mi tartamudez?

Maestro ... simplemente ... gracias


domingo, 12 de septiembre de 2010

Tartamudeo poco ... mucho ... nada

Compañer@s:

Tartamudeo poco … mucho … nada … Indudablemente cada uno de nosotros ve a su propia tartamudez según su perspectiva … Y al parecer la regla general es que se suele maximizar adentro de uno mismo … y se suele minimizar hacia el afuera … Hacia adentro es el peor de los males … y ni dudamos en castigarnos y menospreciarnos … Y hacia afuera no tenemos empacho en asegurar a los demás que – en general - tartamudeamos mucho menos … Menos de lo que lo estamos haciendo ahora que justo tenemos una mala época.

Sin dudas el nivel de tartamudez de cada uno se puede medir … Nivel de tartamudez es una variable como cualquier otra … Hay compañeros que tartamudean más y otros menos … Es evidente … y quizás hasta comprobable empíricamente.

Lo que no parece tan evidente es medir los grados de sufrimiento y culpa internos que sufrimos cada vez que debemos exponernos ... Allí es quizás inocente creer o afirmar que quién ametralla menos palabras sufre y se castiga menos …

Conozco compañeros con una tartamudez severa que se exponen sin tantos prejuicios ni problemas … Y otros compañeros con una tartamudez leve que sufren y se ocultan muchísimo … Incluso piensan que jamás aceptarían exponerse a hablar en público.

Todo el sufrimiento y la culpa ante cada metralla … los músculos tensos y el ano rígido como si quisiéramos evitar desgraciarnos fuera del inodoro … ¡eso! … también es tartamudez … Y poco importa si lo que se oye son dos palabras rotas … cinco … veinte o cien.

Todo ese esfuerzo físico y mental por evitar romper palabras … ¡eso! … también es tartamudez … Y poco importa si rompimos una … ninguna … cinco … o sesenta y nueve.

Aquella persona que te dice que “casi no se nota que eres tartamudo” … ¡¡¡Te está dando una pésima noticia compañero!!! … Porque si no se nota … debe ser que la escondes en demasía … y eso sí es malo … Aunque parezca mentira … es más dañino y peor que ametrallar sin pena ni gloria todas las palabras.

Ocurre que en general solemos pensar al revés ... porque por muchos años hemos tragado demasiada mierda … Esforzándonos – rígida y tímidamente - por mostrarnos cómo no somos.

Hay una larga historia de cómo se puede ser desdichado y burlado por ser tartamudo … Esa historia ya la conozco y por el momento no me interesa reeditarla.

Pero habría que empezar a construir una nueva historia … en la cuál la metralleta no sea la excusa de nuestras desdichas …
Compañera/o … deje a su metralleta tranquila y relájese … no se castigue ... no anticipe catástrofes … ni grandes tragedias para las letras del alfabeto.

Dicen los señores de baja potencia cerebral … que si se sigue una buena respiración … y se disimula la rotura de palabras … mayor será nuestra felicidad interior … E incluso haremos más amigos y tendremos mayor vida social … ¡Pura mierda! … Esa hipótesis es tan falsa como inocente … Pero es más que nada … ¡prejuiciosa! … No puede considerar las diferencias humanas … No las tolera … No las asimila ... Y nos quiere a todos hablando pausado … o resignándonos a una dolorosa metralla de por vida por falta de voluntad personal …

¡Cómo si la tartamudez fuera solo una metralla!

La semana pasada mi mujer debió exponerse a un reportaje en un canal de tv … La noche previa la noté muy tensa y asustada … Yo (que además de tartamudo soy un boludo importante) le dije: - ¿Sabes? … si tuviese que ir yo … mi único y exclusivo temor sería el de tartamudear … ¿De qué tenés miedo vos que no tartamudeas? - … Y ella me dijo: - A quedarme muda ... bloqueada frente a la cámara y no poder hablar … A eso le temo Rubén-.
Me sentí un triste idiota que no puede vislumbrar nada más allá del temor a las palabras rotas.

Alguien concluirá entonces que los tartamudos tenemos un temor extra a la hora de comunicarnos … ¡La metralla! … Pues no lo creo … ¡No lo creo! … En todo caso sospecho que tenemos la fantasia de que la metralla es el ÚNICO e inequivoco temor que existe al momento comunicarse ... He ahí la trampa que sin advertirlo nos tendemos desde siempre ... y en la que una y otra vez caemos y nos lastimamos.

No quiero pecar de soberbio … Pero parece que … romper palabras no tiene la importancia que se le pretende dar a la hora de comunicarse … Incluso aunque se trate de una conferencia pública.

Tartamudear más … menos … no tiene la enorme importancia que en general se le quiere otorgar … Mucho menos la que le otorgamos nosotros … los tartamudos.